Durante mucho tiempo los aborígenes de Australia extraían el aceite esencial de las hojas del árbol de té para combatir las tres variedades de infecciones más comunes, las bacterias, los hongos y los virus.
Es un poderoso estimulante del sistema inmune, coadyuvante para el tratamiento del asma, la bronquitis y la sinusitis, además previene las enfermedades infecciosas porque limpia el ambiente. Refresca, restaura y armoniza la mente.